La India es uno de los estados más grandes del mundo. Posee inmensas riquezas en todo su territorio y su subsuelo, además de una de las poblaciones más numerosas del planeta. Bombay, Delhi o Calcuta son grandes centros urbanos donde unos pocos privilegiados llevan una vida fácil, rodeados de un pueblo hambriento y enfermo, en los límites de la dignidad humana, resignado con su situación por una filosofía fatalista. Allí, entre la muchedumbre, actúa sin descanso una monja menuda, vestida con su sari blanco bordeado de azul, sostenida sólo por una fe inquebrantable; es la madre Teresa de Calcuta.
Agnes Gonscha Boyaxhiu -su verdadero nombre-, nació en Skopje (Yugoslavia),en 1910, en una familia de la pequeña burguesía. Nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una antigua ciudad Albania hoy perteneciente a la República Yugoslava de Macedonia. Sus padres tenían pensado llamarla solamente Agnes, pero cuando vieron su cara parecida a un capullito, le agregaron Gonxha, que en albanés quiere decir capullo en flor.
En 1917 murió su padre, luego de que su socio en la empresa constructora lo dejara sin su parte. Entonces, la madre tomó las riendas de la familia y puso un negocio de ropa de encajes para así poder continuar con la educación de sus hijos.
Por los misioneros que volvían de trabajar en la India, tuvo noticia de aquel mundo de infelicidad y sufrimiento. Su sensibilidad y su fe la decidieron en seguida a elegir un camino; a los 18 años entró en la congregación del Loreto, con sede en Irlanda, que tenía un gran número de misiones
El Deseo de Ser Monja
Agnes y su hermana participaban de las labores de la parroquia. Sus horas libres no eran del todo habituales para una chica de su edad: los pasaba en la biblioteca de la Iglesia del Sagrado Corazón.
A los 12 años sintió el deseo de convertirse en monja. Lo consultó con su madre, y ella le aconsejó que no forzara ese sentimiento. Pasó largas horas rezando en la iglesia junto a su mamá, en busca de una respuesta.
Entonces escuchó los relatos del Padre Jambrenkovic, quien le contó las aventuras de los misioneros yugoslavos que viajaban a la India. Quedó
fascinada con las historias y deseó fervientemente ser una de ellos. Inexorablemente comprendió su verdadera vocación: Al cumplir los 18 años pidió ingresar en la Orden de las Hermanas de Nuestra Señora de Loreto en la India.
Antes tuvo que pasar dos meses en la Abadía de Loreto en Irlanda aprendiendo el idioma inglés, ya que por aquel entonces, la India era una colonia inglesa.
En la India:
En noviembre de 1928, partió hacia el Noviciado en Darjeeling, uno de los centros culturales británicos más importantes de la India. Al convento asistían, para tomar clases con las monjas, los niños ingleses y los hijos de las familias indias adineradas. Pero a Agnes, eso no le bastaba y también les daba clases a los chicos humildes de Darjeeling. Paralelamente se dedicó a aprender dos idiomas locales: el bengalí y el hindi. Allí permaneció 20 años, al cabo de los cuales abandonó el colegio, porque quería dedicarse a los pobres que estaban fuera de aquel oasis de tranquilidad y bienestar.
Maria Teresa y Su Acción en las Calles de Calcuta
Al observar la muerte en las calles, la Madre Teresa no lo dudó y decidió salir del convento a recorrer la ciudad. Pidió permiso a las autoridades eclesiásticas pero se lo negaron. Los asustaba la idea de que una monja europea anduviera por las calles en una época de grandes disturbios sociales, políticos y religiosos. Para prevenirlo, la alejaron, enviándola a Asansol.
Pero Teresa siguió insistiendo, y ante la obstinación, el Arzobispo de Calcuta le puso como condición para salir por las calles que dejara de ser monja para convertirse en una laica. No se dio por vencida y elevó su pedido al Vaticano. Finalmente, en julio de 1948, recibió la autorización desde Roma, para recorrer las calles de Calcuta, sin perder su condición de monja.
Con solo cinco rupias, la hermana Teresa deja el convento. Tiene 38 años de edad. Copia el atuendo que usan las personas de los arrabales y comienza a usar un zari blanco con bordes azules. Primero toma un corto curso de medicina en una misión médica en Patna, India. De vuelta en Calcuta, renta una cabaña en un barrio marginal y comienza a enseñar a los niños pobres. Empieza a correr rápidamente la voz, aunque ella no tenga realmente un plan. La gente le ayuda, le regala una silla y un armario. Teresa baña a los niños a los cuales enseña y luego también baña a los enfermos además de brindarles cuidados.
Salió a caminar por el suburbio de Motijhil infestado por la basura y las cloacas desbordantes. Se sentó en la calle y empezó a dibujar en la tierra con un palo. Unos niños se acercaron curiosos al ver una monja vestida con ropa india que dibujaba en el suelo. Enseguida dio una breve clase y compartió la comida con los pequeños.
Así durante una semana, hasta que un cura le obsequió cien rupias para que creara una escuela. A los 2 meses se sumaron 56 alumnos y la gente del barrio comenzó a obsequiarle muebles, útiles y medicamentos en señal de agradecimiento.
Decidió ir más allá y se internó en un barrio mucho más pobre llamado Tijalba. Nadie se había atrevido a ir allá. Las calles estaban pobladas de leprosos, abandonados por sus propias familias. Teresa salió a pedir ayuda a las parroquias. En unas pocas la ayudaron. En la mayoría la humillaban y la insultaban. La llamaban "La monja de los callejones" y se reían de esa mujer que prefería rodearse de leprosos antes que estar con la gente poderosa.
Pero los voluntarios crecían y junto a Teresa recorrían las calles recogiendo a los leprosos, tuberculosos o borrachos. Constantemente veía la muerte en las calles por lo que fue creciendo en ella la idea de crear un lugar para que los moribundos pudieran partir en paz .
Su petición causó sorpresa, hicieron falta muchos permisos y autorizaciones. Por fin, llegó el sí desde Roma y ese mismo día sor Teresa dejó el convento para confundirse con la multitud que amaba.
Consiguió dos grandes barracones, cerca del templo de la diosa Kali. El primer día acogió a dos niños, que pronto se convirtieron en cientos y con ello aumentaron las necesidades de espacio y de medios económicos. La madre Teresa llamó a todas las puertas para reclamar con amabilidad y firmeza todo tipo de ayudas. Su mirada penetrante, la dulzura de su sonrisa y su rostro, prematuramente surcado de arrugas, se hicieron en poco tiempo famosos en todo el mundo.
La madre Teresa ya no está sola: existen centros de asistencia para los más pobres por todo el Tercer Mundo... y también en los barrios más deprimidos de los países más ricos, ayudando a los afectados de SIDA. Fue galardonada con el premio Nobel de la paz en 1979.
En 1986 logró ser recibida en Cuba. Se entrevistó con Fidel Castro e instaló su orden, a pesar de haber afirmado que no había visto pobres en la isla. Recién en 1988 se le permitió entrar en la ex Unión Soviética, cuando ocurrió la tragedia del terremoto de Armenia.
A partir de 1990 le empezó a fallar el corazón, entonces le pusieron un marcapasos que la volvió a levantar y la hizo trabajar más fuerte que nunca. El papa Juan Pablo II llegó a pedirle personalmente que no trabajara tanto, pero ella no le hizo caso.
En 1994, el inglés Christopher Hitchens atacó duramente a la Madre en un documental para la televisión, en donde la trató de "ángel del infierno" y la acusó de "demagoga, oscurantista y sirviente de las potencias occidentales", aduciendo que el objetivo de Teresa no era el de ayudar a enfermos y moribundos sino el de realizar una cruzada contra los anticonceptivos y el aborto provocado.
Este documental provocó la indignación del mundo entero ante un hombre que cegado por su visión anticlerical, no supo o no quiso distinguir la infatigable tarea verdadera de la Madre Teresa más allá de cualquier prejuicio religioso. Porque si hay algo que esta maravillosa mujer no hizo fue utilizar la demagogia o intentar conversiones oportunistas al catolicismo. Lo único que hizo durante toda su vida fue dar. "Dar hasta que duela", como suele decir ella misma.
En 1974, Pablo VI la visitó personalmente a la India y, doce años más tarde recibió a Juan Pablo II quien incluyó en el programa del viaje una visita a la "Nirmal Hidray", la "Casa del Corazón Puro" fundada por la religiosa, más conocida en Calcuta como "la Casa del Moribundo", abierta a personas de todas las religiones sin excepción.
En sus últimos años, su precario estado de salud no le impidió trabajar a favor de los más necesitados hasta las últimas fuerzas, a tal punto que Juan Pablo II le solicitó que disminuyera su ritmo de trabajo para no forzar a tal punto su organismo.
La Madre Teresa de Calcuta falleció el viernes 5 de setiembre de 1997 víctima de un paro cardíaco. Miles de personas de todo el mundo se congregaron forman largas filas en la Iglesia de Santo Tomás para despedirse de la Madre Teresa, quien es considerada una de las personalidades más influyentes del siglo XX
Permanecerá para siempre como símbolo del amor a los más pobres y desasistidos. Falleció en Septiembre de 1997 a los 87 años de edad.
Su Funeral
A las diez de la mañana, los doce mil asistentes al estadio cubierto Netaji se pusieron de pie e hicieron silencio. Cardenales y arzobispos ingresaron en el campo caminando ceremoniosamente sobre una alfombra roja. A sus espaldas, llegaba una banda militar de gala, seguida por la escolta de honor que llevaba sobre sus hombros el ataúd blanco con el cuerpo embalsamado y la bandera de la India. En las tribunas, la emoción fue irreprimible. En llantos y expresiones de dolor se hizo evidente la congoja acumulada a lo largo de siete días. Tras un breve saludo, los oficiales depositaron el féretro frente al altar. En las filas próximas al cuerpo de la Madre, estaban sentados los dignatarios extranjeros, los representantes de la Santa Sede y las autoridades del ejército de la India.
La mayor parte de las integrantes de la congregación permanecieron en los hogares trabajando junto a los pobres: "Así lo hubiera querido la Madre", explicó la hermana Polita, que se quedó en Prem Dan velando por el bienestar de los pacientes.
La ceremonia comenzó con un canto del coro conformado por 200 hermanas y un discurso de agradecimiento del cardenal De Sousa, arzobispo de Calcuta. A continuación se celebró la misa. Las lecturas se hicieron en bengalí, indostaní e inglés. Del Evangelio se escogió a San Mateo 25:35-36, una de las citas que más inspiración dio a la Madre Teresa.
El momento de mayor emotividad del servicio fue la entrega de las ofrendas. Un leproso, un niño discapacitado y una mujer presidiaria, integrantes de los hogares de las Misioneras de la Caridad, llevaron el agua, el vino y el pan al altar. Se calcula que dos millones de personas despidieron a la Madre en diversos lugares de Calcuta.
En un acto de humildad, las hermanas cedieron los asientos próximos al altar a los religiosos que colaboraron con la orden. Entre ellos se encontraba un argentino, el padre Hugo Céliz, de la capilla de Santa María, de La Lucila. "Cuando me decidí a ser sacerdote soñé con un ideal de conducta, que tras muchos años de búsqueda encontré aquí, en la Madre Teresa y sus hermanas. Por eso, hoy me sentí muy triste, durante la misa no pude dejar de llorar, aunque la fe me dice que ella está en el cielo", manifestó.
Al arribar a la Casa Madre de la orden, un centenar de soldados de distintos cuerpos del ejército de la India bajaron las armas en señal de respeto a la misionera y flanquearon su paso. La procesión final estuvo liderada por un grupo de gaitas y finalizó con disparos al aire en su honor, como lo establece el protocolo de un funeral de Estado. "Hoy, una India ficticia se despidió de la Madre Teresa... la Madre hubiera querido ser despedida por un ejército de pobres...
"Cada obra de amor, llevada a cabo con todo el corazón, siempre logrará acercar a la gente a Dios"
(Madre Teresa de Calcuta)
EL día más bello: Hoy.
La cosa más fácil: Equivocarse.
El obstáculo más grande: El miedo.
El error mayor: Abandonarse.
La raíz de todos los males: El egoísmo.
La distracción más bella: El trabajo.
La peor derrota: El desaliento.
Los mejores profesores: Los niños.
La primera necesidad: Comunicarse.
Lo que más hace feliz: Ser útil a los demás.
El misterio más grande: La muerte.
El peor defecto: El mal humor.
La persona más peligrosa: La mentirosa.
El sentimiento más ruin: El rencor.
El regalo más bello: El perdón.
Lo más imprescindible: El hogar.
La ruta más rápida: El camino más correcto.
La sensación más grata: La paz interior.
El resguardo más eficaz: La sonrisa.
El mejor remedio: El optimismo.
La mayor satisfacción: El deber cumplido.
La fuerza más potente del mundo: La fe.
Las personas más necesarias: Los padres.
Lo mas Bello de todo: El Amor
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