miércoles, 23 de julio de 2014

Jornada En la Biblioteca con el Centro de Alfabetizacion


En la jornada de hoy tuve la dicha de poder disfrutar en la visita que realizamos por primera vez a la Biblioteca Legislatura junto a las mujeres que asisten al centro de Alfabetización del barrio 1016 Viviendas (Ceferino) en Viedma. En este caso llevando adelante la tarea sobre las fechas patrias y héroes de la Nación. Hemos podido disfrutar de un gran momento junto al otro alfabetizador Federico Calfual. Muchas Gracias a todo el personal de la biblioteca y por permitirle llevarla a recorrer todo el recinto de la Legislatura de Río Negro.

A pesar de que las mujeres que asisten al centro de alfabetización viven en Viedma y suelen pasar por el frente nunca habían entrado al edificio y tampoco habían ido a una biblioteca. Hoy han dado un gran paso y no queda mas reconocer su perseverancia para seguir aprendiendo un ejemplo de que nunca es tarde para comenzar a estudiar.  

Comparto imágenes de la jornada que vivimos ayer. 








































viernes, 11 de julio de 2014

Catalina Hornos Haciendo Camino en la solidaridad

Carina Andrada, de 30 años, nacida en Añatuya, localidad ubicada a 200 kilómetros de la capital santiagueña, se le llenan los ojos de lágrimas y se quiebra por unos segundos al recordar su niñez y el maltrato al que la sometía su padre. Pero, luego, se repone y, con la misma fuerza con que crió y sigue criando a sus dos hijas: Gimena, de 8 años, y Guadalupe, de 5, cuenta cómo un grupo de personas, bajo el nombre de Asociación Civil Haciendo Camino, le cambiaron la vida.

Gimena y Guadalupe se están recuperando de un cuadro de desnutrición, y hoy, si bien están dentro de lo que los médicos diagnostican como bajo peso, están muy lejos de otros cuadros que podrían demandar internación.

Carina, como otras madres que son asistidas y contenidas por Haciendo Camino, pudo cambiar su realidad. Su antiguo rancho es ahora una casa de material a la que todos los días trata de agregarle algo para el bienestar de sus hijas. Y lo consigue con algunas cosas que elabora, producto de sus estudios de corte y confección.


Otra mujer, también de 30 años, juega con sus hijas y le pide que le muestre la repisa nueva que está en su habitación. Se llama Catalina Hornos, quien eligió cambiar su quizá cómoda realidad para ayudar a estas madres y niños. Ella es psicopedagoga y psicóloga, es una de esas personas que hacen de la vida una entrega constante. Catalina nació en Buenos Aires y desde 2006 trabaja con familias de bajos recursos en Añatuya, la capital diocesana más pobre del país, al nordeste de Santiago del Estero.

La primera vez que se enfrentó a esta realidad de olvido y pobreza fue a meses de haber cumplido los 23. Al llegar a la ciudad "La directora del colegio me dijo que no necesitaban gente que fuera y viniera, sino una psicopedagoga estable, ya que en el lugar no había ninguna. Me comprometí a terminar la carrera y volver. Cuando se lo comenté a mis amigos, creyeron que estaba metiéndome en algo que no iba a cumplir, pero yo sabía que sí...", dice Catalina.

Atrás dejaba la vida cómoda en la Recoleta en pos de lo que consideraba un compromiso ineludible: ayudar al prójimo. Empezó en un comedor infantil, siguió como suplente de primer grado y finalmente conoció a las religiosas del Hogar Santa Catalina, que ya no sabían qué hacer para que el espacio del obispado, en el que vivían más de 20 chicos, siguiera funcionando.

"Es muy distinto saber que la pobreza existe a convivir diariamente con ella. Esos meses que estuve allá pasamos semanas enteras sin agua en una residencia para 50 personas. Los niños llegaban los lunes al comedor muertos de hambre y cuando se enfermaban, sus padres no tenían cómo comprarles los remedios. Compartir esa realidad tan de cerca me pegó muy fuerte", reflexiona.


¿Cómo nacio Haciendo Caminos?

Después de esos primeros meses que fui ahí, cuando conocí de cerca la realidad y vi la posibilidad de ayudar, empecé a mandar mails: “necesito gente que me ayude mensualmente para financiar un proyecto para un hogar de niños”. Eran 70 pesos por mes en ese momento, y junté los padrinos que necesitaba y ahí dije, “bueno, voy a viajar”. Y en ese momento se empezó a sumar gente y empecé a viajar todos los meses, y empezó a crecer y a crecer y hoy hay 60 empleados y 5 centros. Creció un montón, y hay muchos más beneficiarios que antes.


¿Qué cambios notás en vos desde que tomaste este camino?

Por un lado aprendí a desprenderme. A no necesitar muchas cosas materiales que por ahí yo estaba acostumbrada a tener cuando vivía en Buenos Aires y a adaptarme a vivir con lo que tengo en cada lugar, como no tener agua caliente y hasta a no tener una ducha. En Añatuya no tengo televisión, no tengo aire acondicionado y hacen 50 grados en verano. Aprendes a vivir en austeridad y a no necesitar de esas cosas materiales que cuando las dejás de tener te das cuenta que no eran tan necesarias. Y valorás otras cosas, como la importancia de poder confiar en las personas, de creer que pueden, a dejar de lado los prejuicios y a conocer la realidad. Aprendí que la realidad se puede cambiar, que cuando uno confía en la gente y les da las herramientas la gente quiere salir adelante. Me cansé de escuchar “la gente está así porque quiere, que son vagos”… y nadie quiere estar sin agua potable, sin médico, ver morir a su hijo de una enfermedad que tiene cura.


Estar en Añatuya ¿te acercó a otros lugares para continuar tu trabajo?

Añatuya, en realidad, es la tercera ciudad en importancia de Santiago del Estero. Donde trabajo es precario, pero es grande. Pero hay parajes rurales y poblaciones totalmente abandonadas sin un médico, hospitales vacíos, gente sin acceso a nada. Porque a diferencia de la villa, la pobreza rural tiene menos posibilidades de salir, porque no hay acceso a la educación, a la salud… es una pobreza estructural que esta achatada ahí.


¿Qué hace falta para cambiar la situación de desnutrición en Argentina?

Una de los principales problemas que yo veo es la educación. Hay familias que tienen recursos mínimos para vivir y no los saben administrar bien, y ves a los chicos comiendo chizitos y tomando una gaseosa cuando no tienen leche. Nosotros trabajamos mucho desde la educación, no solo en como cocinar y que comer, sino también en la economía doméstica, como administrar la plata para que dure. Por un lado la educación es fundamental, y por otro lado creo que es la voluntad y la organización. Las organizaciones sociales son cada vez más, pero falta coordinación y organización para trabajar juntos y lograr los mismos objetivos. Nosotros teníamos resistencia por parte de algunos directores y empleados de trabajar con organizaciones locales, y les dije que hay que buscar puntos en común, porque diferencias vamos a encontrar siempre. Si no buscamos puntos en común y trabajamos sobre eso, no vamos a cambiar la realidad de una problemática tan amplia.


¿Cómo ves la organización proyectada dentro de unos años?

Nosotros trabajamos mucho en la formación de los líderes locales y en generar centros que sean autónomos, que no dependan de un supervisor, sino que poder formar a la gente local y dejar capacidad instalada en cada lugar y que asegure la continuidad. Porque si todos los que están trabajando son de ahí, el día que se vaya un director lo puede reemplazar un empleado. Ojalá que siga creciendo, la situación del país esta complicada y es difícil crecer en una organización social que depende totalmente de donaciones en un momento de crisis. Me encantaría que siga creciendo y que cada vez dependa menos de mí, y esté más despersonalizada.


En muchas organizaciones aparecen momentos de golpes y frustraciones ¿cómo los has ido surcando?

Día a día, con las cosas que no salen o gente que no responde, lo que pienso es que nuestra acción no depende de la respuesta del otro. Nosotros buscamos darle lo mejor a cada madre, a cada familia, pero no podemos tratarlos mejor o peor si responden o no responden. Tenemos que seguir hacia nuestro objetivo más allá de la respuesta de la gente, siempre tratando de buscar lo mejor, pero sabiendo que estamos haciendo lo mejor que podemos y no nos podemos desilusionar si las cosas no salen como esperamos. Y son los casos más críticos los que nos dan sentido, es a lo que más fuerza y trabajo le tenemos que dedicar porque para ello estamos. Nosotros hacemos lo que hacemos porque queremos hacerlo, no podemos cambiar nuestro estado en función de la respuesta del otro.


¿Considerás que cada vez hay más jóvenes en las actividades solidarias?

Sí, y lo vemos todos los días. Una de las respuestas es porque hay gente que necesita dedicarle su tiempo a algún fin. La gente que tiene una beta social necesita acercarse. Los más grandes, que tienen una vida formada o una familia que mantener, eligen el padrinazgo porque no tienen el tiempo. Pero después hay muchos jóvenes que se enteran por alguna red social y se suman como voluntarios.


¿Le darías algún consejo a aquellos que aún nunca tuvieron contacto con este tipo de actividades?

Por un lado aclarar que todos tenemos tiempo. Si se quiere, el espacio se hace. Por otro lado resaltaría que está bueno devolver lo que a uno le regala la vida. Hay mucha gente detrás de la acción que uno hace y ese tiempo que se invierte se valora mucho ante la necesidad. Es además una manera de aprender, de relacionarse con gente que está en la órbita de uno y una forma de conocer el mundo y otras realidades que están muy cerca, pero que muchas veces no se ven. Indirectamente estás mirando tu país con otros ojos.


Programas de Haciendo Camino

-Nutrición: Tiene como objetivo erradicar la desnutrición infantil y trabaja con la metodología CONIN, que propone un abordaje integral de la desnutrición. Para esto, cada centro cuenta con un equipo interdisciplinario formado por un director, un médico, una nutricionista, un pediatra, una asistente social, una estimuladora temprana, un educador sanitario, una maestra jardinera y profesoras de oficios. Se acompaña el tratamiento de recuperación nutricional y estimulación temprana de niños desnutridos de 0 a 5 años con la formación de la madre en charlas de educación para la salud y talleres de capacitación en oficios.

-Embarazadas: Está dirigido a mujeres embarazadas en situación de riesgo social y tiene como objetivo promover los cuidados durante el embarazo y el desarrollo del vínculo madre-hijo desde el período de gestación. Las mujeres asisten quincenalmente a los centros, donde son controladas y participan de charlas de preparación para la maternidad. Asimismo, se organizan talleres prácticos en los que las madres confeccionan ropa o juguetes para su futuro bebé.

-Niños: Se respalda económicamente al Hogar Santa Catalina y a El Refugio, de Añatuya. El primero alberga y garantiza el acceso a la educación a niños de 4 a 13 años provenientes de núcleos familiares que no pueden responder a sus necesidades básicas. El segundo es un hogar de tránsito para alojar a chicos cuyas familias no los pueden contener. Apunta a la educación integral de los niños. Haciendo Camino brinda clases de apoyo escolar, organiza talleres de recreación, viajes y propuestas pedagógicas para que los pequeños puedan desplegar sus talentos naturales. Se realiza un seguimiento personalizado de cada niño y su familia, con el fin de lograr una reinserción en su núcleo de origen.

-Oficios: Promueve la integración social con el objetivo de mejorar la calidad de vida y fortalecer la capacidad de autosustento de familias carenciadas. Brinda a madres capacitación en oficios (manualidades, costura, telar, tejido, gastronomía, etc.), formación como emprendedoras sociales y charlas de promoción humana.
-Salud: Un grupo de médicos de diferentes especialidades (clínica, ginecología, dermatología, traumatología, odontología y oftalmología) realiza viajes periódicos a los centros ofreciendo asistencia médica y docencia. El objetivo del programa es proteger y recuperar la salud a través de la detección precoz de enfermedades, el tratamiento oportuno y la promoción de hábitos saludables por medio de charlas de educación para la salud.

-Atención rural: Es un programa de acompañamiento a comunidades rurales que dura tres años y que trabaja en la formación de las madres como agentes de salud de sus hijos, el control nutricional de todos los niños, el tratamiento de aquellos que estén desnutridos y la formación de los agentes sanitarios locales en el cuidado de la primera infancia, a fin de dejar capacidad instalada en cada paraje.


¿Cómo ayudar?

Haciendo Camino necesita padrinos y podés colaborar con un aporte de 150 pesos mensuales. También se puede ser voluntario, efectuar donaciones y participar de viajes mensuales.

Facebook: Haciendocamino.org.ar
Twitter: @Haciendo_Camino

Entrevista a Catalina Hornos en AM Telefe



Referencias:
Haciendo Camino
Diario La Nación
Cadena 3
Nuevo Diario Web
Arena Política
Premios Abanderados

viernes, 4 de julio de 2014

Buscas que las cosas cambien

No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar 'superado'. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla. 
Albert Einstein


Te comparto algunas frases interesantes sobre el cambio












Quisiera animarte a que sigas adelante sin temor de lo que acontezca, ni los cambios que se avecinen, quizás haya cosas que replantearse, decisiones por tomar, prioridades que reordenar, pero tengo la plena certeza que siempre estamos a tiempo de encarar las adversidades que se presentan como una gran amenaza y lograr perseverar, porque en este tiempo he aprendido que siempre aprendemos con las pruebas y los fracasos... Un reconocido psicólogo de argentina suele decir que "Los inteligentes aprenden de sus propios errores, pero los sabios aprenden de los errores de los demás" Habra que empezar a ser inteligentes para luego pasar a ser sabios. Siempre estamos a tiempo de replantearnos hacia donde estamos yendo y si estamos haciendo lo correcto. Te dejo un versículo bíblico que siempre me infunde confianza para seguir adelante aun en momento de dificultad.         



Aprovecho a compartir esta nota que quizás te interese leer "Pequeñas Decisiones"

miércoles, 2 de julio de 2014

Martín Miguel De Güemes, El Padre de Los Pobres

El hombre que durante años sería la pesadilla de los ejércitos españoles con sus tácticas guerrilleras, nació en Salta el 8 de febrero de 1785. A los catorce años ingresó en la carrera militar incorporándose al “Fijo de Infantería” que estaba acantonado en Salta. Participó en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas y al producirse la Revolución de Mayo, se incorporó al ejército patriota destinado al Alto Perú y formó parte de las tropas victoriosas en Suipacha. 
Desde 1814 Güemes se había puesto al frente de una partida cada vez más nutrida de gauchos guerrilleros que les hacía literalmente la vida imposible a los invasores. 

El general San Martín, designado en reemplazo de Belgrano en el Ejército del Norte, recorrió la zona de combate a comienzos de aquel año y pudo comprobar las atrocidades cometidas por los españoles contra nuestra gente. Los “civilizadores” no respetaban mujeres, niños ni ancianos. Veían en los pueblos por los que pasaban el semillero de los rebeldes, desconfiaban de todos y no se equivocaban, todos eran sus enemigos. La estrategia española era el saqueo, el robo, el asesinato en masa. Indignado por lo que vio y orgulloso de la acción de los hombres de Güemes, el “Jefe” aprobó lo actuado y le ratificó los beneficios de su táctica guerrillera.

El 3 de agosto de 1814 las tropas al mando de Güemes obligaron al jefe realista Joaquín de la Pezuela a evacuar Salta y ponerse en retirada hacia el Alto Perú. En su desesperación, los invasores fueron abandonando su parque, que fue capturado por los gauchos conocidos como “los infernales”, no sólo por el color rojo de sus ponchos. 

Al año siguiente lograron madrugar al ejército enemigo y derrotarlo en el Puesto del Marqués el 14 de abril de 1815. El saldo fue un tanto desparejo: los invasores sufrieron 120 muertos y 122 prisioneros; los nuestros, dos heridos. 

El triunfo de Puesto del Marqués aumentó el prestigio de Güemes en Salta. El 6 de mayo de aquel año 15, el Cabildo local lo designó gobernador de la provincia. Gracias a su experiencia militar, se puso al frente de la resistencia a los realistas, organizando al pueblo de Salta y militarizando la provincia para frenar a los ejércitos del rey.

Pronto comprendió que tendría que arreglárselas solo para cumplirle al único jefe que reconocía: don José de San Martín quien tendrá permanentes expresiones de elogio y gratitud para con Güemes y sus gauchos. Su vital tarea de contención y distracción de las tropas españolas resultó imprescindible para encarar el cruce de los Andes y desarrollar con éxito la campaña libertadora.
El ejército infernal se ponía en marcha. No había leva forzosa, todos eran voluntarios. Desde los “changuitos” que apenas podían montar hasta los viejos baquianos, desde las mujeres que formaban una eficiente red de espionaje, hasta los curas gauchos que usaban los campanarios como torretas de vigías y sus campanas como alarma ante la presencia del enemigo. Todo un pueblo en armas. Machetes, lanzas, azadas, boleadoras y unos pocos fusiles y carabinas eran las armas de aquel pueblo que aprendía junto a su jefe que estaban solos para enfrentar al ejército que acababa de vencer a Napoleón. 

Las tácticas guerrilleras de Güemes cobraron fama mundial y han sido objeto de estudio en academias militares tan lejanas como la de Yugoslavia. La Biblioteca del Oficial del Círculo Militar argentino publicó un curioso libro titulado La guerrilla en la guerra, cuyo autor es el mayor Borivoje S. Radulovic del ejército yugoslavo. En uno de sus párrafos dice Radulovic: “Las montoneras de Güemes hicieron una guerra sin cuartel que ha pasado a la historia como Guerra Gaucha. Cada uno de los miembros serviría de modelo para fundir en bronce la estatua del soldado irregular, del guerrillero.

El capitán español Pedro Antonio Olañeta fue comisionado por el virrey del Perú para sobornar a Güemes quien lo paró en seco: “Yo no tengo más que gauchos honrados y valientes. No son asesinos sino de los tiranos que quieren esclavizarlos. Con éstos únicamente espero a Ud., a su ejército y a cuantos mande de España. Convénzanse Uds. que jamás lograrán seducir no a oficiales, sino ni al más infeliz gaucho. En el magnánimo corazón de estos hombres no tiene acogida el interés, ni otro premio que su libertad; (…) el pueblo que quiere ser libre, no hay poder humano que lo sujete.” 

Los pedidos de ayuda de Güemes eran permanentes. No se resignaba a aceptar que a Buenos Aires no le importaba perder las provincias del Norte. Pero los auxilios no llegaron nunca. La situación se volvía insostenible: las clases altas salteñas le retaceaban su apoyo por el temor de aumentar el poder de Güemes y por la desconfianza que le despertaban las partidas de gauchos armados, a los que sólo toleraban ver en su rol de peones de sus haciendas. El gobernador Güemes tomó la decisión de aplicarles empréstitos forzosos sobre sus fortunas y haciendas.

Varios de ellos habían huido a reunirse con el enemigo, y fueron ellos los que guiaron a la vanguardia española conducida por José María Valdés, apodado “el Barbarucho”, un coronel salteño traidor que estaba a las órdenes del ejército español. 

Las fuerzas de Barbarucho avanzaron hasta ocupar Salta con el inestimable apoyo de los terratenientes y comerciantes el 7 de junio de 1821. 

Güemes se refugió en casa de su hermana Magdalena Güemes de Tejada, más conocida como “Macacha”. Mientras escribía una carta escuchó disparos y decidió salir por la puerta trasera. Logró montar su caballo y emprenderla al galope pero recibió un balazo en la espalda. Llegó gravemente herido a su campamento de Chamical con la intención de preparar la novena defensa de Salta. 
Finalmente fue trasladado a la Cañada de la Horqueta donde pasó sus últimos diez días de vida. En dos ocasiones el jefe español Olañeta le envió emisarios. Le ofrecía un médico y remedios, y volvía a intentar sobornarlo. Güemes les respondió convocando a su segundo al que le ordenó: “Coronel Vidt, ¡tome usted el mando de las tropas y marche inmediatamente a poner sitio a la ciudad y no me descanse hasta no arrojar fuera de la Patria al enemigo!” Miró al oficial español que le traía la nota de Olañeta y le dijo: “Señor oficial, está usted despachado”. 

El 17 de junio de 1821 los pobres de Salta y sus alrededores se quedaron sin padre. Moría Martín Miguel de Güemes el hombre que había rechazado con sus infernales nueve invasiones españolas. Todo aquel pueblo que lo había acompañado en las buenas y en las malas, concurrió en masa a su entierro en la Capilla de Chamical.


Mientras tanto, la Gaceta de Buenos Aires, muy lejos de los ideales de su fundador, Mariano Moreno, informaba feliz y desvergonzadamente a sus escasos pero influyentes lectores: “Murió el abominable Güemes al huir de la sorpresa que le hicieron los enemigos. ¡Ya tenemos un cacique menos!”


San Martín siempre tendría expresiones de elogio y gratitud para con Güemes y sus gauchos. Ya que su vital tarea de contención y distracción de las tropas españolas resultó imprescindible para encarar el cruce de los Andes y desarrollar con éxito la campaña libertadora



-Felipe Pigna
-El Historiador
-José Luis Busaniche, Historia Argentina, Buenos Aires, 
Solar-Hachette, 1976