viernes, 3 de febrero de 2017

William LeMessurier, talento y ética


La segunda decisión está vinculada a alguien del mundo de la construcción. A fines de los años 60, William LeMessurier era el titular de uno de los estudios de construcción y arquitectura más importantes del mundo. Un estilo único en que se destacó por la construcción de edificios gubernamentales, paseos, viviendas, entre otros.

La coronación de su carrera se dio a principios de los 70 cuando fue contratado para construir uno de los edificios más icónicos del mundo: la sede corporativa en la ciudad de Nueva York de Citigroup Building. Un magnífico edificio blanco de 59 pisos de altura, que termina con un dramático corte trasversal en su parte superior. La silueta sobresale hoy de entre todos sus pares en esa magnífica ciudad.

Terminado, inaugurado y desde ya satisfecho por su máxima realización pocas metas le restaban cumplir. Sin embargo un día al finalizar una de sus clases en la universidad, un alumno le presentó una serie de cálculos y proyecciones en donde le indicaba que el edificio estaba mal construido. Y que si se producía un fenómeno climático determinado el edificio podría sucumbir.

Ante ello, rehizo todos los cálculos desde cero. Proyectó todas las medidas y factores y expuso su obra a la previsión indicada por el alumno. El resultado fue que efectivamente el edificio estaba mal construido y que podría caerse.

Ante esa circunstancia tuvo que tomar una decisión: o callaba o daba a conocer su error, poniendo su carrera en ruinas. Decidió contar su error, enfrentó el problema, propuso una solución y hoy es considerado como un ejemplo de ética y rectitud profesional, incluso que supera a su destacada carrera.


Referencia: Diario Clarin