miércoles, 15 de enero de 2014

Historias de Grandes Emprededores: Potencia Tu Talento


Con la idea de poder buscar historias inspiradoras que puedan enriquecernos y alentarnos a seguir adelante y no bajar los brazos, es que encontré varias biografías que quisiera compartir con ustedes. En muchos de los casos hay varios puntos en común como: El Talento, La Perseverancia, La Visión, La Fe y el deseo inquebrantable de alcanzar las metas trazadas, estos son algunos de los ingredientes necesarios para alcanzar el éxito o tu sueño. Al leer algunas de las historias de los grandes emprenderos uno puede darse cuenta que estos conceptos estuvieron siempre presente en los grandes hombres y mujeres que no se conformaron con su presente o dificultad, muchas veces yendo contra la propia opinión de su entorno. En ellos había una gran determinación de superación y crecimiento, muchos de los emprendedores que iré compartiendo con ustedes, han tenido que pasar gran parte de su vida rodeados de penurias y privaciones. Sin lugar a dudas todos ellos y ellas lucharon sin tregua para materializar sus sueños. Lo que diferencia a estos seres, de la multitud, es que tuvieron el valor de comenzar, y una vez en marcha, no se rindieron ante nada. 


Te comparto la primera historia:

“A principios del siglo diecinueve un joven en Londres aspiraba a ser escritor. Pero todo parecía estar en su contra. Sólo pudo ir a la escuela cuatro años. Su padre había sido encerrado en la cárcel por no poder pagar sus deudas, y este joven con frecuencia sintió el hambre. Finalmente consiguió un trabajo pegando etiquetas a las botellas en un depósito infestado de ratas, y por la noche dormía en una escuálida habitación en un ático con otros dos muchachos, hijos de los barrios bajos de Londres. Tenía tan poca confianza en su capacidad para escribir que escondió y luego envió por correo su primer manuscrito en la oscuridad de la noche de modo que nadie pudiera reírse de él. Cuento tras cuento fueron rechazados. Finalmente llegó el gran día en que uno de ellos fue aceptado. Es verdad que no le pagaron por él, pero un editor lo había elogiado. Un editor le había brindado su reconocimiento. Estaba tan emocionado que caminó sin rumbo por la ciudad con lágrimas cayéndole por las mejillas.

El elogio, el reconocimiento que había recibido al lograr que se imprimiera uno de sus cuentos le cambiaron la vida. Si no hubiera sido por aquel aliento, podría haber pasado toda su vida trabajando en lugares infestados de ratas. Tal vez usted conozca el nombre de aquel joven. Se llamaba Charles Dickens”.


Cita Del libro “Descúbrase como lider”, Dale Carnegie.

Te comparto la segunda historia:


Inventó a Terminator, hundió el Titanic y creó una raza: los Na´vi de Avatar. James Cameron tiene 56 años pero parece mayor. Quizás sea el rasgo más visible del paso de ser un joven con ilusiones de cineasta, a ser uno de los directores más taquilleros de los últimos tiempos. Considerado un gran visionario, y no conforme con ser un pionero de los efectos especiales, filmó Avatar en 3D con un sistema de cámaras que él mismo ayudó a perfeccionar.


Con esta, su última película, recaudó más de 2.700 millones de dólares, rompiendo su propio record anterior (Titanic sumó 1.800 millones. Pero no siempre el director las tuvo fáciles. Cameron nació en Canadá y creció en un pueblito cerca de las cataratas del Niágara. Su padre era ingeniero; su madre, un ama de casa dedicada a sus cinco hijos. James, el mayor de todos, creció teniendo como ídolo a Jacques Cousteau, soñando ser buzo cuando sea grande. Pero, a los catorce años, ocurrió algo que lo marcaría para siempre en lo que es su pasión, una odisea espacial, obra maestra de Stanley Kubrik, inició el romance de Cameron con el cine, para siempre. Lentamente fue adentrándose en el oficio del cine. Su ingenio y creatividad lo hicieron ascender muy rápido, y en el año 1981 ya estaba dirigiendo Piraña 2. Problemas en el rodaje hicieron que Cameron deba abandonar el proyecto y regresar a Los Angeles, pero de toda crisis nace una oportunidad, y es entonces cuando comenzó a escribir la que sería un hito insoslayable en la historia del cine del género: Terminator, cuyo guión circuló por Hollywood hasta caer en las manos correctas, las de Arnold Schwarzenegger, quien interpretaría al inolvidable robot. La película costó seis millones y recaudó ochenta. Las carreras de Cameron y de Arnold se dispararon.


Talento, tenacidad, imaginación y mucha capacidad para enfrentarse a los comentarios adversos: son cualidades que una y otra vez se presentan en todo aquel que tiene una pasión y logra, a través de ella, el éxito. En proyecciones previas de Avatar, siendo Cameron un director consagradísimo, decían sarcásticamente que el filme sería una versión mejorada de Los pitufos. ¿Cómo reaccionó el director?: “Está perfecto. Una reacción negativa antes del estreno te inmuniza, te da energía”. Y así fue. La vio todo el mundo y la nominaron a nueve Oscar.


“Lo mio no es una obsesion. Hacer películas es una pasión, y a mí lo que más me apasiona es trabajar con las mejores personas que pueda hallar y lograr el mejor filme posible"

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